sábado, 22 de enero de 2011

Funcionalismo sistémico



El enfoque funcionalista concibe la realidad social como una agrupación de personas que conviven condicionadas por un sistema (la cultura de dicha sociedad) de estructuras (los acervos de dicha cultura) y que además cumplen la función de justificarlo y perpetuarlo.
Las ventajas de este enfoque al intentar hacer un acercamiento profundo de una sociedad para su estudio es que nos permite conocer los valores, ideas, concepciones sobre lo bueno y lo malo y en definitiva, todo el espectro socialmente aceptado de comportamientos de dicha sociedad, así como los no aceptados; es decir, podemos no sólo conocer el ideario de dicha sociedad sino además cómo se ve afectada la gente de dicha sociedad, en una escala más individualista, por dichos acervos. Podemos en definitiva estudiar la correlación y grado de dicha correlación entre acción y estructuras, entre el comportamiento de los individuos en base a las estructuras de su sociedad.
Nos resultaría tremendamente útil si centrásemos nuestro estudio en las capas altas de la sociedad, puesto que son los que más se benefician de la explicación que del mundo da el funcionalismo (grandes empresarios, gente más conservadora, etc.)
En contraposición al funcionalismo tenemos la teoría de la acción y el marxismo, que a su vez también entraría un poco en conflicto con los teóricos de la acción, por eso de que no conciben al individuo solo, sino la unión de la clase trabajadora, para los marxistas un hombre solo no hace nada, debe unirse; los teóricos de la acción piensan que el poder de cambio reside en el poder de actuar de cada uno de nosotros como individuos, y aquí entra en conflicto con los funcionalistas.
Los funcionalistas anteponen el sistema de valores a todo, incluso a la voluntad humana, puesto que parten de la premisa de que la estructura es natural (ideas biologicistas y del darwinismo social), es decir, las clases sociales, las relaciones interpersonales (de ámbito privado, público, de relaciones laborales, en definitiva todas las relaciones sociales) son como son por naturaleza propia, y por eso mismo los individuos no tienen ni siquiera el derecho de pretender alterar ese orden; obviamente esta postura es defendida por los más conservadores, y en la historia tenemos muchísimos ejemplos: Burke, Tocqueville, Hayek, Thatcher, Shumpeter, Michael Novak, Daniel Bell, etc.
Y partiendo de esa naturalidad inviolable de la organización social que tenemos, se crean las leyes, que sirven para proteger el sistema. Según Hayek, el derecho no es más que la legislación de la sabiduría acumulada durante siglos por nuestros antepasados para proteger nuestras más preciadas instituciones (propiedad privada, el mercado o la familia) y atentar contra ellas no es sólo atentar contra una ley gubernamental, sino contra esta sabiduría secular. El hombre debe dejarse llevar por el curso natural de su evolución social, sin pretender alterarlo, no se debe cambiar lo que siempre ha funcionado. Tocqueville es el primero de una saga de pensadores que elogian la libertad por encima de todo, la libertad es el placer de hacer lo que uno quiera bajo el designio de Dios y de las leyes. El mismo Parsons dice que el problema para mantener el orden social surge al intentar integrar al sistema estructuras que satisfagan los deseos de las personas pero que además vayan en la misma dirección que la norma establecida.
Como vemos, esta teoría es cerrada en cuanto a cambios de organización social y mucho menos de acervos, no concibe los movimientos sociales que nadan contra corriente y tiene tendencias bastante conservadoras, como acabamos de ver, son liberales y capitalistas que utilizan esta teoría para legitimar su posición y ofrecer a los más desafortunados una respuesta racional (es lo natural, así ha sido y así ha de ser, y no se puede cambiar) a su situación desfavorable.
Como crítica concreta a Parsons, principalmente por ser el autor funcionalista más nombrado, Mills ataca fuertemente, en primer lugar, su manera de escribir, tan enrevesada y complicada para decir algo simple y que no tiene misterio; en segundo lugar, a su teoría estructural, pues ésta (y no sólo la de Parsons, sino el estructuralismo e sí) no es más que un intento de justificar las situaciones de poder de aquellos que lo detentan, y pretenden interiorizar la idea de la naturalidad de dicha situación en la población, para que la acepten como connatural al hombre y por ello, indiscutible.


BIBLIOGRAFIA
Baqués Quesada, Josep (2000) El neoconservadurismo: Fundamentos teóricos y propuestas políticas.
Wright Mills, Charles (1993) pág. 44 La imaginación sociológica.

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