viernes, 18 de mayo de 2012

El culto al cuerpo


Resumen
En este trabajo quiero abordar desde una perspectiva social el significado y el valor que tiene en las sociedades occidentales nuestro propio cuerpo, por qué hay personas a las que no les importa ya no sólo su apariencia externa sino tampoco su salud, por qué otras sin embargo llevan a un punto enfermizo su obsesión por tener un cuerpo que se acerque lo máximo posible al arquetipo de “cuerpo diez”, cómo ha cambiado dicho arquetipo con el transcurso del tiempo y el significado que ha tenido en distintas sociedades, y por último, qué hay de social y qué hay de biológico en el culto al cuerpo, es decir, ¿es casualidad que admiremos cuerpos atléticos y que el prototipo de “chico/a sexy” de hoy en día sea el que es, o por el contrario hay cierta base genética en todo ello que nos empuja inconscientemente a desear a cierto tipo de personas? ¿Tiene que ver con la elección de la pareja genéticamente más fuerte para la propagación de nuestros propios genes, o sencillamente es todo un artificio social producto de la cultura humana?



Parte I. El cuerpo en diferentes culturas y épocas
            El cuerpo es el vehículo en el que se expresan y exteriorizan nuestras capacidades, tales como el lenguaje, los sentimientos, las habilidades sociales, el trabajo, e incluso la salud. Y a lo largo de la historia el cuerpo ha sido objeto mismo de lo simbólico, ha tenido significados diferentes según qué épocas y según qué sociedades; sabemos por ejemplo que hace alrededor de 22.000 años se esculpieron unas figuras de piedra conocidas hoy día como Venus de Willendorf, encontradas en las cercanías del Danubio y que también las culturas egipcias, griegas y babilónicas del período neolítico hacían esculturas similares; se trata de figuras de piedra que representan el cuerpo de una mujer no sólo con sus atributos sexuales notoriamente más desarrollados, sino también con todo su cuerpo más desarrollado, en otras palabras, esculpían figuras de mujeres obesas, y hay distintas teorías respecto a su significado y obviamente no se puede comprobar ninguna.
            Para empezar, muchos estudiosos contemporáneos han rechazado que se trate de una representación ideal de la mujer bella, puesto que tenían en mente al ideal contemporáneo, el cual se sitúa radicalmente en el polo opuesto al de éstas figuras; por otro lado científicos como el profesor Christopher Witcombe están de acuerdo en que se trata de representaciones de lo que para el hombre de la época significaba una mujer bella, ya que no resulta difícil pensar que una mujer con esas características físicas no sólo implicaría estar bien atendida, sino que además podría encargarse mejor de atender a sus vástagos (sobre todo en períodos de lactancia) incrementando las probabilidades de supervivencia del grupo. Pero hay también quienes discrepan y piensan  que éstas Venus son tan sólo representaciones de la Madre Tierra.
            Sea como fuere el caso de las Venus de Willendorf, no es la única referencia que tenemos sobre mujeres rollizas como ideal de belleza, si avanzamos en el tiempo hasta la primera mitad del siglo XVII nos encontramos con las pinturas de Rubens, cuyas obras de féminas son famosas hoy día no por ser precisamente delgadas, hecho que quizá habría pasado desapercibido en su época. También en Rembrandt y Poussin encontramos mujeres rollizas, aunque en éste último es curioso encontrar también a hombres desnudos o semidesnudos y cabe destacar que, a diferencia de las mujeres, éstos están pintados con cuerpos notablemente más atléticos, de lo que podemos deducir que el arquetipo de belleza masculino era el de un hombre atlético y fuerte, capaz de defender su casa y su nación, mantenedor de su prole y su mujer; mientras que las mujeres rollizas denotan estar bien atendidas por sus hombres, que no “malgastan” energía en actividades físicas como el trabajo duro, y que no tienen mayores preocupaciones que atender su casa y a sus hijos; por lo que no sería descabellado imaginar que si bien tradicionalmente, y desde todas las épocas, el hombre ha sido el guerrero, el que buscaba alimento y luchaba contra otros hombres y bestias, sería deseable para una mujer buscar una pareja con unas particularidades físicas muy concretas (cuerpo atlético, músculos grandes, robustez…), y por el contrario, un hombre tendría en mente a una mujer rolliza que pueda mantener a la prole y esté bien atendida, quizás el que una mujer estuviese rolliza sería más indicativo de que el hombre que la acompaña está haciendo bien su trabajo, y denotaría cierto estatus en el grupo social en el que estuviesen insertos.
            Hoy día en las sociedades occidentales, al tener cubiertas las necesidades básicas de alimentación y seguridad, el tipo ideal de masculinidad y feminidad ha cambiado, el del hombre quizá no tanto en la forma física, pero sí en el color de la piel por ejemplo, dado que hasta hace relativamente poco una piel blanqueada denotaba una posición social alta, y aunque la mujer también ha sufrido un cambio de rumbo en cuanto a lo que la sociedad le exige como tal, este cambio ha sido más notable que en el hombre, pues no sólo ahora el bronceado es deseable y no un símbolo de pobreza, sino que además la grasa corporal es el enemigo por antonomasia en el siglo XXI.
            De todas formas la teoría de que las sociedades más primitivas tenían a las mujeres gordas como las más bellas, aparte de no poderse demostrar, queda un poco desamparada cuando echamos un vistazo a las sociedades actuales de indígenas de Sudamérica, África y Oceanía. Además, tampoco todas las culturas de la antigüedad idolatraban a las mujeres rollizas, no encontramos ninguna referencia a tal hecho en la cultura maya por ejemplo.
            Podemos pensar pues que quizá más que un canon de belleza que surge espontáneamente y tiene valor en sí mismo, el adorar a las mujeres obesas fuera más algo en lo que los hombres se veían envueltos casi por obligación, dado que, o hacían bien su trabajo y las mujeres podían dedicarse a sus tareas sin tener que pensar en alimentarse, o sencillamente no prosperaban; pero esto es una apreciación propia y obviamente no se puede demostrar.

Parte II. Fundamentos biologicistas
            Ya en el apartado anterior he adelantado algunas ideas sobre la base biológica del culto al cuerpo, por un lado hemos visto la lógica de desear ser un hombre atlético y fuerte capaz de conseguir alimento y defender a su familia; por otro lado, la de desear ser una mujer cuyo compañero hace bien su trabajo y trae alimento suficiente al hogar para sustentarse ella y poder procrear y mantener a la prole; también hemos visto cómo a partir del siglo XX cambia radicalmente el tipo ideal de belleza, sobre todo el femenino, para situarse en el de una mujer delgada, con grandes pechos (aquí sí que puede haber razones biológicas, pero como veremos puede que sean más de tipo sexual que reproductivo, aunque también tiene mucho de constructo social) y siluetas bien definidas. ¿Cuál habría sido el tipo ideal de belleza femenina en el neolítico si las necesidades más básicas hubiesen estado tan aseguradas como hoy en día? ¿Habrían sido mujeres obesas como se piensa, o por el contrario al disponer de alimento y refugio seguros y no ser ya éstos preocupaciones tan importantes, lo deseable habría sido quizá una mujer de las características de la del tipo ideal del siglo XXI?
            El psicólogo Víctor Johnston afirma que la pasión por la belleza no es una construcción social, sino una especie de instinto, un condicionamiento genético que tiene su origen en los cambios hormonales que suceden dentro del útero materno y que serán los que definan lo que más tarde en vida nos resultará atractivo. Según sus investigaciones el físico está determinado por la bioquímica del organismo pero es que además el desear ciertos rasgos físicos también lo está, por ejemplo, Johnston afirma que el rostro de una mujer atractiva, de labios gruesos y mandíbula corta y afilada es deseable para los hombres debido a que dichos rasgos fisiológicos son causados por un alto nivel de estrógenos (hormona sexual femenina) y un bajo nivel de testosterona (hormona sexual masculina), lo que en definitiva redunda en una mayor fertilidad. Si nos fijamos en otros marcadores como la cadera o el cabello también encontramos similitudes con el tipo ideal de belleza actual, por ejemplo el estado de salud redunda en el aspecto del cabello, por eso inconscientemente los hombres preferimos a mujeres con melenas grandes y llamativas. Pero no sólo la fisiología de la mujer nos habla de su estado de salud y predisposición para procrear y cumplir sus funciones de género, también la de los hombres nos habla de lo que se oculta en su interior, por ejemplo el estado físico atlético y robusto nos ofrece información acerca de un fuerte sistema inmunológico.
            Para comprobar si las preferencias estéticas tanto masculinas como femeninas eran algo impreso en el material genético, y por tanto, universal o si, por otra parte, se trataba de algo puramente cultural, Johnston llevó a cabo un experimento que consistía en mostrar a cientos de personas de todas partes del mundo imágenes de rostros del sexo opuesto que pasaban por una pantalla de ordenador, entonces se le pedía a los sujetos que detuviesen la imagen cuando apareciera aquella que le resultase más atractiva. Los resultados fueron claros, todos los hombres preferían mujeres con rasgos faciales más feminizados, cara afilada, labios gruesos, ojos grandes, etc., todos ellos rasgos distintivos de un alto nivel de estrógenos y fertilidad; en el caso de las mujeres ocurría algo distinto, aunque también universal, si estaban en el período de ovulación, preferían hombres de rasgos más robustos y marcados, como para un encuentro ocasional, sin embargo fuera de este período elegían a hombres de rasgos ligeramente más feminizados porque su cerebro se fijaba en aquellos hombres que podían inspirarles más confianza de cara a establecer una relación seria y procrear.
Las conclusiones de los estudios del psicólogo eran que la percepción de la belleza es más un producto de la genética y la química del cerebro que una opción personal.
Partiendo de la teoría de Johnston podemos suponer que la idea de que las Venus de Willendorf eran representaciones de mujeres bellas, no era tanto algo connatural como impuesto por las características de la situación que rodeaba a dichas sociedades, de alguna manera estaban obligados a buscar esas parejas por las necesidades de su entorno.         

Parte III. Los extremos. Anorexia frente a obesidad
            En nuestro afán por acercarnos lo máximo posible al tipo ideal que establecen los actuales cánones de belleza muchas veces ponemos en riesgo nuestra salud causándonos trastornos alimentarios y enfermedades físicas y psíquicas derivadas de éstos, tales como la bulimia o la anorexia; pero también tenemos el polo opuesto, donde están las personas que descuidan tanto su salud, en cuanto a ejercicio físico y alimentación, que engordan hasta un punto en que su obesidad es un serio riesgo para su salud, llevando a muchas de éstas personas a la muerte, por no hablar del hándicap que supone estar obeso, tanto para desempeñar muchas tareas cotidianas como para el desenvolvimiento en la esfera social, donde estar gordo no es sinónimo de ser atractivo, y esto limita bastante el abanico de posibilidades en cuanto a relaciones sociales.
            La obesidad se ha convertido a día de hoy en una de las principales causas de muerte en el mundo, desde que comenzara a crecer a partir de la década de los 80. Los malos hábitos alimenticios y la pésima difusión por parte de los gobiernos de lo que supone una vida sana (tanto en alimentación como en la práctica deportiva), unido a una serie de factores, ha provocado que el número de personas que sufren sobrepeso se haya visto incrementado notoriamente en las últimas décadas, y sobre todo es de vital importancia hacer ver su fuerte incidencia sobre la población infantil, donde ha alcanzado en algunos países como México y Estados Unidos cifras preocupantes.
            Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad puede ser considerada ya a día de hoy sin ningún reparo como epidemia, que mata cada año a una media de 2’6 millones de personas alrededor del mundo. Además se ha desmentido la creencia de que esta enfermedad afectaba sólo a países desarrollados, pues se ha visto que también países con un nivel menor de desarrollo, como muchos países latinoamericanos, tienen serios problemas de obesidad entre la población.
            La obesidad afecta de forma clara más a las mujeres que a los hombres, en 2008 de los 1.500 millones de personas de más de 20 años que sufrían obesidad en todo el mundo, más de 200 millones eran hombres y alrededor de 300 millones eran mujeres, en 2010 alrededor de 43 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso; o en otras palabras, más de una de cada diez personas de la población adulta mundial eran obesas.
            Entre las causas más importantes del sobrepeso encontramos, en primer lugar, una ingesta descontrolada de alimentos ricos en grasas, sal y azúcar; una escasa o nula actividad física que puede deberse en parte a los nuevos hábitos de vida derivados de la tecnología y el urbanismo, es decir, hoy día muchos puestos de trabajo se desempeñan en despachos o mismamente desde la propia casa con el ordenador; el uso indiscriminado de vehículos para desplazarse dentro de las ciudades también es un factor importante, unido además al incesante aumento y expansión de nuestras ciudades.
A pesar de ser un problema de salud que salta a la vista, muchas de las personas que lo padecen no hacen nada por remediarlo y continúan comiendo de esa manera tan catastrófica y sin poner ninguna solución de por medio, para otros es demasiado tarde y su única vía de salvación es la cirugía, pero se debe tener claro que eso es sólo circunstancial y que después de la cirugía se espera que el paciente cambie sus antiguos hábitos de vida por unos nuevos donde una alimentación sana y exenta de lo que comúnmente se denomina comida chatarra, unido a una asidua práctica deportiva, se conviertan en los nuevos pilares de su quehacer cotidiano.
Obviando el evidente hándicap social que supone tener sobrepeso, los riesgos y problemas que acarrea para la salud llegan a engrosar una no menos voluminosa lista.
El siguiente mapa muestra la tasa de obesidad en adultos en los diferentes países del mundo, y la evidencia salta a la vista, los países con mayores tasas de obesidad no podían ser otros que los occidentales, mientras que los subdesarrollados muestran tasas notablemente más bajas.
           
Fuente: Indexmundi (2011). [en línea] Disponible en: http://www.indexmundi.com/map/?v=2228&l=es
        
Se ha visto para sorpresa de muchos que en países en vías de desarrollo donde gran parte de la población sufre de desnutrición, están surgiendo muchos casos de obesidad y se ha podido ver incluso en las mismas ciudades, e incluso en los mismos hogares, convivir a personas con ambos tipos de alteraciones.
A continuación tenemos el mapa que muestra la misma tasa para Europa occidental, donde Reino Unido lidera el ranking con un 23% y España se sitúa en decimotercer lugar con un 16%. En 2008 la tasa de obesidad en España era de un 29’9% para los hombres y de un 23% para las mujeres, a nivel estatal.


Fuente: Indexmundi (2011). [en línea] Disponible en: http://www.indexmundi.com/map/?t=0&v=2228&r=eu&l=es

            Gran parte de la culpa de este problema lo tienen las empresas alimentarias, que no sólo nos bombardean con sus productos saturados de azúcares, sal, grasas y multitud de productos químicos y subproductos; sino que además nos bombardean con su arma más poderosa, la publicidad. En 2001 McDonald’s gastó en publicidad 1.400 millones de dólares en todo el mundo, Pepsi gastó más de 1.000 millones de dólares, mientras que el presupuesto total para un año de la campaña 5 frutas y verduras al día fue de 2 millones de dólares; éstas cifras hablan por sí solas, y es que la publicidad nos satura los sentidos, la tenemos en juguetes, en la televisión, en la radio, prensa, carteles, paradas de autobuses, pantallas en los edificios, camisetas, complementos, cine, eventos deportivos… Si tenemos en cuenta el factor de que el cerebro de los niños de 2 a 5 ó 6 años son como esponjas, pues ya está, el cometido de la publicidad de estas empresas habrá surtido el efecto deseado.

            En el otro lado del espectro nos encontramos con un problema bien diferente pero igual de peligroso y serio que se ha convertido también en los últimos años, aunque por razones distintas, en un serio problema de salud pública, aunque a menor escala que la obesidad y el sobrepeso; se trata de la anorexia.
            Existe una diferencia fundamental en cuanto a la concepción de la vida entre las personas que sufren sobrepeso y las que sufren anorexia, si bien los primeros no se preocupan por su apariencia física (dejando a un lado el tema de la salud, en ambos casos), aquellas que sufren anorexia han llegado a ese punto por una excesiva preocupación, convertida ya en obsesión, por su aspecto físico. Todas las personas que tienen anorexia coinciden en lo mismo, estar gordo es ser un fracasado, la gente adora a las personas esbeltas o delgadas, desear parecerse lo máximo posible al ideal de belleza imperante en la sociedad… en definitiva, la anorexia es un problema derivado de unos malos hábitos alimenticios en pos de conseguir un cuerpo diez y gustar a los demás.
            Alcanzar el éxito mediante el reconocimiento de los demás por tener un cuerpo perfecto y la consecuente felicidad, ésta es la trampa que atrapa la mente de éstas personas según sus propios testimonios; se obsesionan hasta el punto de que nunca están satisfechos con su imagen y siempre ven que les sobra grasa por algún sitio; de nuevo un factor importante aquí como una de las causas es la publicidad y las imágenes y estereotipos que se difunden a través de los medios como lo deseable, unido inexorablemente a lo exitoso, tanto en el ámbito personal, como en el laboral también.
            En las sociedades actuales lo que se ve como normal es la preocupación por el cuerpo, pero esto esconde el peligro de caer en alguna de estas dos enfermedades, las dos mortalmente peligrosas. Como hemos visto las dos grandes causas externas de la anorexia son la imagen que se tiene como deseable y el trabajo de la publicidad; ya en 1981 en EE.UU. se gastaban 10 billones de dólares al año en bienes y servicios relacionados con la pérdida de peso, y 20 millones de personas seguían algún tipo de dieta estricta. Esto nos ofrece también una perspectiva de cómo en las sociedades occidentales se ha perdido la noción de unos valores pro-vida, dejando paso a unos valores materialistas, consumistas e individualistas, donde es normal confundir el tener y el aparentar con el ser.
            El problema es que la gente está muy mal educada en cuanto a valores de salud (alimentación y ejercicio), la mayoría piensa que si está gordo se arreglará haciendo alguna dieta maravillosa, o que si está delgado tonificará su cuerpo machacándose en el gimnasio y consumiendo mucha cantidad de algún producto en concreto, como proteínas; ésta es la gran asignatura pendiente del siglo XXI, y no es poca cosa, puesto que como hemos visto a día de hoy los trastornos alimentarios son uno de los mayores problemas de salud en el mundo, ya sea en algunas regiones por desnutrición, en otras por estilos de vida sedentarios y con dietas hipercalóricas, o sencillamente por esa obsesión por agradar a los demás llevada al extremo y causante de la anorexia; sea cual sea el trastorno y la dolencia, se puede afirmar que la mayoría de personas en el mundo (hablando ahora del mundo occidental, puesto que la desnutrición de algunos países tiene su origen en otros factores) están muy mal educadas alimentariamente.
            Las dietas son el recurso de aquellas personas desesperadas por cambiar su cuerpo, y lo malo es que muchas de estas personas lo que tiene en mente cuando busca dicho cambio no es un mejor estado de salud, sino un mejor estado estético. Si todos nos alimentáramos correctamente, con una dieta equilibrada que contenga de todo un poco y consumiendo estos productos con comedimiento y arreglo a nuestras necesidades fisiológicas, combinado con una práctica de ejercicio físico regular, seguramente ni la obesidad ni la anorexia serían los graves problemas que son a día de hoy. Las dietas nos privan de algunos nutrientes o nos saturan de algunos otros, son soluciones temporales a problemas más profundos y esto es lo que se debe comprender, que no hay que hacer dietas por un período determinado de tiempo, sino llevar una alimentación sana y equilibrada durante toda la vida. Los gobiernos deberían promover estos hábitos e invertir más en campañas publicitarias, y tal vez restringir las campañas de empresas como McDonald’s o Coca-Cola, por citar dos de las más relevantes.

Parte IV. Un cuerpo sano. Salud física, mental y social
            Como he adelantado anteriormente, no se trata de hacer tal dieta o tal otra para tener un cuerpo espléndido, sino de llevar una alimentación sana y equilibrada para tener una salud de hierro. Lo primero que falla es ésta concepción de las cosas, es común que muchos confundan las prioridades, pues anteponen fácilmente la apariencia física al estado de salud y a menudo suelen padecer algún tipo de desorden alimenticio, aunque sea imperceptible externamente, pues para no estar bien nutrido no hace falta exhibir un cuerpo desmesurado o esquelético, basta con tener niveles demasiado bajos de azúcar o presentar una carencia de calcio, o por el contrario una sobrealimentación de hierro o de cualquier otro mineral o vitamina; de hecho existe una patología denominada hipervitaminosis y básicamente consiste en una intoxicación por exceso de consumo de vitaminas, aunque muy rara vez se da por los alimentos que ingerimos, es más frecuente que venga producida por consumir suplementos vitamínicos.
            Lo cierto es que hay una verdad aplastante que nos puede chocar de entrada y es que en el mundo occidental la mayoría de personas saben qué alimentos no necesitan y cuáles sí, y aún así no hacen nada al respecto por llevar una dieta sana y un estilo de vida más saludable. Todos sabemos que un exceso de azúcares puede causar diabetes y obesidad, que un exceso de grasas saturadas como las presentes en las frituras y la comida chatarra puede obstruir las arterias y multiplicar el crecimiento del tejido adiposo, todos sabemos que si delimitamos nuestra dieta a poco más que ensaladas y agua estamos privando a nuestro cuerpo de un gran número de nutrientes que necesita para su correcto desarrollo y funcionamiento; en definitiva, todos sabemos que una alimentación apropiada es aquella que guarda las proporciones correctas entre la cantidad y la calidad de lo que comemos y que contiene todo tipo de alimentos, y si sabemos que las grasas son perjudiciales a partir de ciertas cantidades, pues bastaría con reducir su ingesta, por ejemplo yendo al McDonald’s una o dos veces al mes como mucho, o reduciendo la cantidad de refrescos azucarados que bebemos a la mitad o menos.
            De hecho, si bien hace algunos años existía una saturación en los medios por parte de la publicidad de este tipo de alimentos basura, hoy ya podemos decir que la respuesta de la contra-publicidad está teniendo y de hecho ha tenido efectos en la sociedad, esto es evidente cuando analizamos los estudios que se llevan a cabo mediante encuestas, entrevistas y sondeos, donde la mayoría de personas son conscientes de estos problemas de actualidad y saben qué es lo que tienen que hacer. Cada vez más se propugna un estilo de vida más pro-vida, y muchas escuelas de todo el mundo están incorporando programas de alimentación saludable para sus alumnos, por citar un ejemplo.
            Recientes estudios han demostrado que la práctica deportiva esconde algo más que los ya conocidos beneficios que nos reporta a la forma física, y es que se ha descubierto que el practicar ejercicios aeróbicos como correr, montar en bici o nadar, tienen efectos muy positivos sobre las células del cerebro, esto beneficia su desarrollo y tienen algunos efectos como la mejora de la autoestima, el estado de ánimo o incluso a nivel mental sobre la memoria, además de prevenir algunas enfermedades como el alzhéimer y el párkinson, entre muchísimas otras.
            La secreción de ciertas sustancias por nuestro cerebro tras la práctica deportiva, tales como la serotonina o las endorfinas, son la causa de que aquellas personas que practicamos deporte con regularidad gocemos, generalmente y según los estudios, de un mejor estado de ánimo, mayor lucidez mental, un sistema inmunológico notoriamente fortalecido y una mayor predisposición a la actividad y las relaciones sociales.
            Por otra parte está el factor de la apariencia física y la autoestima, no se puede negar que todos estamos muy influenciados por los cánones de belleza imperantes en nuestras sociedades, y que a la mayoría nos preocupa este aspecto. Se ha demostrado que aquellas personas que gracias a un estilo de vida saludable que combina deporte y alimentación sana suelen tener un aspecto físico muy particular, tono muscular definido, silueta atlética, etc., y al coincidir esto con el canon de belleza pues tiene el efecto de producir cierta admiración por el resto de personas de la sociedad y en consecuencia, un notorio aumento de la autoestima y la seguridad en uno mismo, y esto tiene su reflejo en las relaciones sociales, cómo y en qué circunstancias tienen lugar las interacciones. No quiere esto decir que las personas que no tengan un cuerpo diez carezcan de vida social, ni muchísimo menos, pero sí que ambas variables están íntimamente correlacionadas.
            Independientemente del factor social, puedo afirmar en primera persona y por experiencia propia, que la práctica deportiva asidua y la alimentación sana tienen un efecto muy positivo en el estado de ánimo, y obviamente en el estado físico. Hablando de mi caso en particular puedo afirmar que desde que comencé a llevar el estilo de vida que ahora tengo, puedo realizar tareas que antes mi asma y mi falta de ejercicio me impedían hacer, como subir muchas escaleras, correr más de 3 minutos seguidos sin tener que parar, jugar al fútbol con los amigos, levantar pesos o sencillamente, tener fondo o resistencia, ya no me canso tan fácilmente como antes, esto y el haber adoptado una dieta equilibrada, me ha proporcionado bienes en muchos sentidos, para empezar en la salud, ya no tengo colesterol y todos los niveles de la sangre están donde tienen que estar, me noto más despierto y siempre con ganas de hacer cosas, a diferencia de hace algunos años que siempre estaba cansado y no me apetecía moverme; en definitiva, puedo corroborar los estudios que científicos de todo el mundo han llevado a cabo para afirmar que una vida sana con buena alimentación y ejercicio físico redunda en beneficios en todos los aspectos de nuestra vida.
            Creo que promover este estilo de vida no sólo una obligación moral para con todos, creo que va más allá porque al fin y al cabo se trata de nuestra vida, no sólo de cuántos años viviremos sino de la calidad de dichos años. No se trata de promover cánones estéticos, sino saludables, el estar en forma debería ser lo normal, y no me refiero a lucir músculos, sino a tener las arterias limpias, los pulmones con buena capacidad, los órganos sanos y libres de toxinas y grasas que malogren su funcionamiento, etc.


Parte V. El papel de las redes sociales
            En el siglo XXI, en la era de los medios de comunicación de masas, en el siglo de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), Internet se ha abierto paso entre los medios tradicionales como la tele, la prensa y la radio para ocupar un lugar preeminente entre dichos medios. Lo que comenzó siendo una herramienta de unos pocos ha terminado convirtiéndose en un bien de consumo cotidiano a lo largo y ancho del globo, de hecho, Internet está en todos los países del mundo, interconectando a todos sus usuarios en una red prácticamente infinita de posibilidades, donde a veces las fronteras de lo privado se rompen y vulneran nuestra intimidad.
            Dentro del boom de la Internet como medio de comunicación y de difusión de ideas y opiniones, las redes sociales, relativamente jóvenes, han experimentado un auténtico apogeo en los últimos años y estamos siendo testigos a día de hoy de lo que podría ser el mayor acontecimiento comunicativo de la historia. Se trata de espacios cibernéticos donde los usuarios disponemos de herramientas para darnos a conocer, no sólo a nuestras redes de amigos reales, que no virtuales, sino de hecho, a todas las personas del mundo, esto de facto no es así, pero como posibilidad está presente, cualquier persona del mundo puede encontrar nuestra página de Facebook y enviarnos una solicitud de amistad, o puede seguir nuestros comentarios en Twitter, o nuestro perfil profesional en Linkedin.
            Aunque son muchas las personas que hacen de estas redes un uso profesional, o restringen su círculo de confianza a sus allegados, son muchísimos más los que lo usan de forma propagandística de sí mismos, mostrando fotos y haciendo comentarios que hablan de sí, de las actividades que les gustan, de lo que hicieron el fin de semana o de las personas con las que se acuestan. Lo que es una verdad innegable es que sea cual sea el uso que hagamos de las redes sociales, siempre nos “venderemos” de la mejor manera posible, nadie pone fotos que no les guste cómo sale, ni hace comentarios de sí mismo que denigren su imagen.
            Las redes sociales son un poderoso medio de difusión de valores, ideas, cánones y estereotipos, y son utilizadas por millones de personas en todo el mundo. Solamente Facebook acapara unos 600 millones de personas, y teniendo en cuenta que muchas de éstas no sólo utilizan Facebook, sino que además tienen cuenta de Twitter o Tuenti como poco, estamos hablando de que casi el 9% de la población mundial participa en al menos una red social, y esta cifra no es nada despreciable. Además hay que tener en cuenta que entre sus usuarios muchos son menores de edad y otros tantos no son realmente conscientes del poder de estas redes y de hasta qué punto su integridad y privacidad están vulneradas. El hecho es que si cada una de estas personas tiene entre sus contactos a un mínimo de 5 personas que hacen uso auto-propagandístico de estos espacios virtuales, realmente es de un calado importante la influencia que se ejerce sobre el resto de contactos, si vemos que nuestros amigos salen luciendo cuerpo, o posando, etc., y que a su vez tienen a cientos de amigos más, quizá aquí radica uno de los principales difusores de estilos de vida.
            Según James Fowler, profesor de genética médica y ciencias políticas en la Universidad de California, las redes sociales (hablando ahora no de las redes virtuales sino de las redes de relaciones interpersonales en la vida real) tienen un poder de influencia muy a tener en cuenta. Según sus estudios en las redes sociales existe un fenómeno llamado efecto multiplicador, lo que viene a decir que un comportamiento puede ser copiado por otra persona dentro del mismo círculo social, y así hasta tres niveles de influencia de manera directa, pero es que cada uno de nosotros tiene amigos que tienen amigos, que tienen amigos, etc., de este modo la información y la influencia se propagan de forma exponencial, y esto podemos extrapolarlo al mundo de las redes sociales virtuales, así que ya podemos imaginar el impacto que tienen éstas en la difusión de estereotipos y conductas. Los estudios de Fowler para comprobar la influencia de los hábitos alimenticios de las personas que padecían obesidad demostraron que si una persona es obesa, existen muchas probabilidades de que si eres amigo de esa persona, tú acabes siendo obeso, y que algún amigo tuyo acabe siéndolo debido a tu influencia, y que otro amigo de tu amigo acabe siendo obeso por su influencia; estos estudios se llevaron a cabo no sólo para la obesidad, sino para el tabaquismo y también para el suicidio, y los resultados fueron sorprendentes; en definitiva, si te rodeas de gente con ciertos hábitos o conductas, es muy probable que tú y los que te rodean a ti acabéis adquiriendo dichos hábitos. Por eso es muy importante el qué y cómo se difunde en las redes sociales no sólo interpersonales, sino también en las virtuales.

Conclusiones
            No podemos negar que el culto al cuerpo es una realidad aplastante con consecuencias nefastas, pues la anteposición de la apariencia física en pos de una aceptación social en lugar de la búsqueda de la salud per se, nos hace caer en la trampa de los malos hábitos de alimentación, en el sedentarismo y lo más importante, la confusión de los valores, el físico sobre la salud.
            Si bien es cierto que un buen estado de salud está íntimamente relacionado con un cuerpo que se suele corresponder con el arquetipo de belleza, no debemos olvidar que la imagen que se nos vende en los medios es cuanto menos artificial, pues guardar esas apariencias cuesta mucho en cuanto a esfuerzos alimenticios y ejercicio físico, unos esfuerzos alimenticios que muchas veces no se corresponden con una dieta equilibrada y sana.
            Se puede perfectamente comer de todo, en su justa medida y practicar algo de ejercicio dos o tres veces en semana para gozar, primero de una salud formidable, y segundo, de una apariencia física socialmente deseable. Los beneficios de esto vendrán seguidos, tales como el aumento de confianza, la autoestima, la seguridad en uno mismo, etc.
            Teniendo en cuenta además el poder tan fuerte de influencia que todos tenemos en nuestros círculos sociales, ya sean reales o virtuales, deberíamos replantearnos un poco qué mensaje estamos enviando, para que no sea tan materialista y persiga unos valores más basados en la salud y el bienestar, más que en el esfuerzo, el sacrificio y la estética.

  
Bibliografía
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