martes, 28 de diciembre de 2010

El cambio social ¿Revolución o evolución?

El cambio radical debe ser lento y progresivo porque de otra manera sería inútil y nada fructífero, de hecho lo único que produciría sería una mejora a corto plazo y problemas al largo. Quiere decirse que si lo que se persigue es una sociedad justa e igualitaria, ésta jamás puede venir de la mano de una revolución (proletaria o no) armada, ya que así no se cambian los valores, sino que se eliminan los que no interesan y se imponen los que sí, de esta manera no arraigan en el corazón y la conciencia, quedando latente la semilla de los antiguos acervos y la sed de venganza de los hijos de los muertos.

Para aquellos que se denominan anarquistas y que defienden una revolución que concluya con la destrucción del Estado como organización social y erradique a los fascistas y explotadores, decirles que su argumento no se sostiene por la sencilla y trillada razón de que la violencia sólo engendra violencia, aparte que no se diferenciarían para nada de los nazis y sus propósitos, erradicar todo vestigio de lastre social para construír una sociedad con unos valores dados; pero durante la Alemania nazi había disidentes entre las sombras, igual que durante todo el franquismo en España; quiere decirse con esto que la imposición no es la solución, al menos a largo y eficiente plazo, que puede que a corto plazo sí, pero no serviría como sistema de organización social hablando en términos históricos.
Si por el contrario comenzamos a difundir los que pensamos son los acervos adecuados para la creación y sustentación de dicha sociedad (igualitaria y justa) desde la base social (la educación infantil), el resultado estará más que asegurado; si a un niño le enseñas unos modales desde que nace, así se comportará.
Aparte, personalmente, creo que el Estado como forma de organización social no sólo es indispensable y necesario, sino perfecto; lo que fallan son las personas que están a cargo de sus instituciones, políticos, dirigentes sindicales, empresarios y, en última instancia, todos y cada uno de nosotros; pero la idea es perfecta, y como he dicho, necesaria. Y para los que pudieran atreverse a criticarme esto, decirles que la crítica a su crítica está en ellos mismos, es decir, en la propia naturaleza humana. El hombre es hedonista (y por ende egoísta) por naturaleza, por lo que si no existe un sistema estructurado y ordenado que medie en las relaciones sociales, muy difícilmente podría haber organización social propiamente dicha, es decir, cada uno iría a lo suyo sin importarle lo de los demás (con honrosas excepciones, claro está), y nadie querría trabajar ni tener responsabilidades.
Como decía Saint-Simón, existe una correspondencia entre el sistema de ideas y el sistema social., y no puede haber un cambio en el sistema social sin un previo cambio de ideas, de valores, ésta es la clave y el motor del cambio.

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