viernes, 24 de diciembre de 2010

A casa por navidad

Vuelta de nuevo por esta sucia y fría ciudad, paseo por las calles solitarias, este infierno es demasiado grande y yo parezco empequeñecer por momentos, rodeado de la basura de esta ciudad. Cuando todos duermen tranquilos yo vago sin rumbo, perdido entre mis pensamientos, caminando bajo la lluvia y dejándome herir por el viento. Las complicaciones no existen cuando voy caliente de alcohol y amigos no tengo ni quiero amores de trasiego, la realidad me estalla en la cara al son de los cristales rotos y mi bajada a la realidad es cabalgando sobre un chorro de sangre.
No encuentro saciedad a mis deseos ni solución a mi desesperanza, será quizá que todo es demasiado sencillo y yo me empeño en complicarlo, puede ser que la respuesta esté delante de mi y no la vea queriendo encontrar algo más trascendental... ¿Habré dejado de ser aquel animal...?
Los instintos siempre se quedan en casa, incluso debajo de la cama... El lobo nunca muere, aguarda acechando.
No intentéis buscar ningún atisbo de cordura ni consonancia entre las descoloridas flores de mi jardín pues solo encontraréis malas hierbas que crecen en las piedras y peces que nadan en el fango. La respuesta nunca estuvo tan clara, siempre volveré bajo mi luna favorita a reunirme con mi manada, nunca dejaré de ser lobo.
¿Por qué me queda tan lejos el sabor de aquellos días? ¿Por qué siento un deseo irrefrenable de revivirlos eternamente? El corazón quiere lo que es del corazón...
Dormitar ebrio entre olas de plata, un sol hogareño y paredes encaladas no es pecata minuta para mí...

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