sábado, 14 de mayo de 2011

Tiranosaurios en la ciudad

De una explosión de plástico estallan los cristales, y corren por nuestras venas como tranvías desbocados, la imaginación deja entrar a la realidad en su pequeño mundo y el ambiente se vuelve denso y mezcolado. Unas birras por aquí, vámonos pal río, debajo del puente, la muerte pasa de largo y nos saluda. Volvemos con la gente, nos mezclamos entre la fauna, pero no damos el pego, todos nos miran y a todos miramos, pero no vemos a nadie, nuestros desorbitados ojos rezuman felicidad. Las ganas de sexo y la sed de sangre hacen una extraña pareja en nuestras nucas y el sudor nos empapa desde la frente hasta los tobillos, la noche es joven y el día se hace poco. El dinero no tiene dueño entre nosotros y las conciencias se funden en una armonía entre dulce cerveza y amargo placer. El sol nos reta a seguir, quiere que le echemos cojones, y nosotros solo encontramos obstáculos en los bares cerrados y el agarrotamiento de las manos para sujetar los litros. Somos monstruos en el pueblo, salvajes en el campo, tiranosaurios en la ciudad.

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