sábado, 24 de octubre de 2009

As rojo

La neblina que nos rodea tras horas de apuestas, ron, porros, parejas, trios y escaleras consigue dar ese toque nostálgico y tranquilizadoramente interesante al salón. Un buen adorno cuando no se sabe qué hacer o cuando invitamos a la soledad a salir por ahí, y la engañamos.
Un buen jazz de los 50 o los 60 acaba de matizar la partida. Y otra copa más.
Las risas van y vienen entre chistes y faroles y hay un flujo de latas de cerveza que parece no tener fin, ¿de dónde salen tantas?
Por momentos somos como pistoleros en una polvorienta calle del viejo oeste que están a punto de batirse en duelo, las miradas con intenciones y los gestos disuasorios no dejan de ser otro componente más de la paródica situación. Y otra copa más.
Resulta gracioso ver cómo los montones de fichas suben y bajan ante cada uno de nosotros. De repente levantamos, y alguien llevaba un as de corazones.

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