jueves, 12 de abril de 2012

La ciudad encantada

Hay un lugar donde las posibilidades son infinitas y te quedas paralizado ante el mundo que se esconde entre sus calles rebosantes de vida y de color, donde todavía existen las brujas y aún hay lugar para soñar entre jardines de fantasía y bosques de relato. 
Existe un sitio donde fuera es dentro y donde dentro no hay lo que esperabas, donde nada es lo que parece y la sutileza viste de dama. 
Acechando en cada esquina de un barrio que es un viaje al pasado, entre las sombras de sus iglesias y sus estrechas calles con puentes de piedra sobre las cabezas, parece esperarnos la magia del barrio gótico, que siempre tiene algo nuevo que enseñarnos en el corazón de su enormidad.
Allí nunca hay tiempo para descansar, la noche trae consigo las caras ocultas de la ciudad y un nuevo mundo de luces y colores hace su aparición con un elegante porte magestuoso, bellezas como Batlló y el Agbar se alzan ante nuestra vista para deleitarnos.
La ciudad encantada tiene algo mágico pese a su agetreada trivialidad cotidiana, que no deja de resultar pasmódica para los nuevos viajeros a los que les roba el corazón. 
La ciudad encantada nunca cierra los ojos, y jamás te devuelve los tuyos.

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