domingo, 5 de junio de 2011

Como un guisante bajo el colchón

Un mundo donde las fronteras las marcan las mentes, un mundo donde los valores se confunden con los excesos y donde el materialismo está sobrevalorado. En algún lugar hay alguien sentado en una roída silla de mimbre golpeándose la cabeza contra la mesa mientras elucubra ideas alborotadoras a la luz de la lumbre de una naciente revolución que probablemente perezca en los mismos corazones que la alumbraron, o no... Porque quizás forme parte del motor de nuestro tiempo toda esa locura social que llama a nuestras puertas tras los parapetos de los medios y las voces del subterfugio, porque no hay cabida para los sueños y las grandes aspiraciones en una época que nos parece eterna pero que no es más ínfima que cualquiera de las que han precedido a los grandes cambios históricos de nuestro recorrido.
Y detrás de nuestras máscaras nos preguntaremos cada día quienes somos y qué queremos, pondremos en tela de juicio nuestras propias convicciones y por un segundo dudaremos de nuestra propia existencia; y aunque al final nos vayamos a la cama con una clarividencia confortadora, siempre quedará ese guisante bajo el colchón.

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