domingo, 24 de abril de 2011

Fabufactus Artelosus

¿Cómo de largo es el recorrido que hemos de superar hasta llegar a ser personas? ¿cuándo podemos decirnos personas? ¿cuándo somos dignos de ser reconocidos por quien quiera que sea, aunque sea por nosotros mismos, como verdaderas personas, exentas de imposiciones materialistas que nos definen como prendas etiquetadas en un escaparate? Ciertamente no es tarea fácil desprenderse de toda esa carga tecnológica y cultural para llegar a lo más hondo de nosotros mismos y poder decir, éste soy yo porque, si obviamos nuestra vestimenta y nuestro estilo, si no nos fijamos en lo que pone en nuestro carné de identidad, si para presentarnos no decimos nuestra edad ni nos etiquetamos de materialismo alguno, lo que nos queda al final, el poso de este gran café, eso somos, pero ¿llega alguien a discernir siquiera el susodicho polvo mojado de etiquetas, el poso? La verdad es que no sé siquiera si es concebible un ser, un nosotros, sin toda esa carga cultural, todo ese constructo social. Personalmente creo que sí, pero lo que nos queda está bastante influenciado por la sociedad, dado que nos hemos hecho en ella y de ella, por tanto, aunque nos desnudemos y nos vayamos al corazón de la selva durante 20 años, seguiríamos teniendo una forma de ser, un espíritu por así decirlo, sin la carga social, nos quedaría la esencia, nuestro verdadero yo.
Pero muy largo y arduo es el camino que debemos recorrer para darnos cuenta de que el mundo es más grande que todo lo que vemos, y habrán de pasarnos muchas cosas pues, no se pasa del día a la mañana de tener un chitty chitty bang bang, a un delorean que viaja en el tiempo.

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