sábado, 15 de enero de 2011

Lo que me gusta del conservadurismo

Estudiando el neoconservadurismo me he dado cuenta de que comparto con esta clase de pensadores ciertos aspectos de su teoría y que, evidentemente difiero en otros tantos.
Los aspectos en los que no estoy de acuerdo con el pensamiento conservador son los de aferrarse al pasado a toda costa superponiendo los antiguos acervos y las viejas costumbres a toda concepción humana y temporal, llegando incluso a afirmar (Hayek) que las instituciones sociales surgen espontáneamente cuando un grupo de personas se juntan en convivencia, decía que dichas instituciones no surgían de la planificación humana sino que lo hacían de forma natural como consecuencia de la convivencia y que estas instituciones (familia, cultura, economía, etc.) marchaban con rumbo evolucionista ininterrumpible, de hecho afirmaba que el hombre nada tenía que ver en este darwinista vagar; y dado que el hombre nada había tenido que ver en ello, tampoco tenía ningún derecho a intentar cambiar dichos valores, dichas instituciones. Pero no hay que olvidar que los conservadores no están en contra del reformismo, sino todo y absolutamente lo contrario, como decía Burke, "el gobernante ideal reune una tendencia a conservar y una capacidad para mejorar" y "un Estado sin medios de efectuar algún cambio, carece de medios propios de conservación". Puntualizar que a pesar de que autores como estos, entre otros, apuesten por el cambio, cabe decir que se trata sin duda de un cambio no sólo respetuoso con lo anterior sino que sirva para afianzarlo y mejorarlo, pero sin romperlo, sin crear nada completamente nuevo que supla a lo anterior, pues creen que lo que ha estado vigente durante siglos es el fruto de años de historia y aprendizaje, son balizas para la humanidad que de ningún modo pueden ser suplantadas, sino progresivamente mejoradas. Por eso autores como Burke o Tocqueville repudian lo que se gestó en la Francia de 1789 y admiran el cambio que se produjo en Inglaterra, por el contrario.
Por otra parte, lo que comparto con los conservadores es su acertada y merecida opinión sobre las consecuencias del capitalismo salvaje. Ellos piensan que el consumismo masivo de nuestra era ha provocado una crisis cultural y de valores, que ya no se respeta nada, la religión ya no es lo que era, ahora es un cuento que nadie se cree, ya no tiene la capacidad de incidencia de antes y ha perdido mucho respeto; la familia tal y como era concebida hace 100 o 200 años nada tiene que ver con la multiplicidad de tipologías de familias de hoy día (nuclear, extensa, monoparental, homosexual, etc.) o las costumbres de siempre que van perdiendo acento en la sociedad; esta crisis de valores para algunos vería su fin si mediante la educación consiguiésemos crear ciudadanos responsables como para dejar actuar al libre mercado sin ningún tipo de traba, con lo cual los valores tradicionales no se verían vejados; mientras que para otros la solución vendría de la mano del intervencionismo del Estado para reconciliar economía, política y cultura.
Lo que comparto es la opinión de que esta nueva era hace gala de unos valores invertidos debido en gran medida al desmesurado consumismo que fomenta este capitalismo salvaje y sin frenos aparentes. Lo que no comparto es que haya que superponer los valores de hace 500, o 300, o 100 años, a los de hoy día; lo que era bueno hace un siglo no tiene por qué serlo hoy, y el hombre forma parte de la sociedad y hace funcionar las instituciones que conforman los Estados en los que se encuentran insertas las distintas sociedades, y sea o no espontánea la aparición de dichas instituciones (no voy a entrar en ese debate) o por el contrario dependan de la voluntad humana, opino que tenemos potestad más que justificada para adaptar las leyes, los valores, las creencias, las costumbres, la cultura, la sociedad en general, según nos favorezca o no, ya sea respetándose lo antiguo, o haciéndolo desaparecer por completo, según convenga.

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