Al final todo se reduce a la falaz simbiosis entre elector y electo.
¿Por qué nos conformamos? ¿Qué hace que nos conformemos? Todo apunta a los efectos del Estado del Bienestar, el apaciguante virus del pensamiento único, esa peligrosa creencia de que otro lo hará, o la idea de que nada de lo he hagamos llegará a buen puerto, o siquiera a puerto alguno.
No conozco todas las razones reales de por qué permitimos que el gobierno tome decisiones en contra de una aplastante mayoría de ciudadanos, violando de esta manera el principio democratizador que nos caracteriza como nación.
Ya sea permitiendo el cierre de empresas con nefastas consecuencias para miles de familias, la participación en una guerra infundada con lucrativos fines o, más actualmente, con el control de internet.
La verdad es que esto apesta, pero nuevamente no podemos culpar a nuestros políticos, ellos no tienen la culpa, del mismo modo que no culpamos a un niño idiota de hacer idioteces, ellos son sólo eso, políticos del interesantísimo panorama actual. No podemos pedirle peras al olmo, ni milagros a Dios, ni nada a los políticos.
Los políticos actuales son tiburones de las finanzas, gente con espíritu emprendedor (desde el punto de vista empresarial) que deberían estar patentando medicamentos ya existentes con otros nombres y al doble de precio para enriquecer a una farmacéutica, liberando zepas de virus para probar sus efectos en algún país del Indico, añadiendo bolitas de colores a algún producto y poniéndole la etiqueta de NUEVO Y EXCLUSIVO para tener la excusa perfecta para ese "1X3" o dando gritos en ese gallinero al que llaman parqué. Los empresarios no deberían ser los que se encuentren en el Parlamento, debería estar lleno por el contrario de personas con ideas frescas y verdadera preocupación por la situación de su país, y quizás también y en un segundo término, la situación del mundo.
Pon a un hombre con espíritu emprendedor, desde el punto de vista de la productividad empresarial (como los políticos actuales vaya) y dirigirán el país en cuestión como tal, como una empresa en la que hay un pensamiento único y sin cabida a discusiones ni reproches, una empresa en la que lo único que importa es el beneficio, en la que no hay trabas para el comercio (Unión Europea); en la que se allana el terreno para la formación de nuevos técnicos especialistas (Plan Bolonia); una empresa en la que se elimina a la competencia sin reparar en gastos, ya sean físicos o éticos (guerra de Irak); en la que si podemos utilizar cualquier medio para conseguir un bien intermedio para fabricar el que luego venderemos al consumidor lo utilizaremos, aunque ello implique esclavizar a niños para que trabajen en las minas de coltán para que extraigan minerales que luego formarán partes útiles de los bonitos teléfonos móviles que utilizamos aquí para hacernos fotos los fines de semana... Mientras gente así siga siendo la que está en los gobiernos, el camino estará bien demarcado cuesta abajo y con los ojos tapados, puesto que no nos planteamos tales cuestiones y las damos por normales y naturales.
A veces pienso que deberían llover piedras de molinos en algunos sitios, o que ojalá tuviera yo poder absoluto, y sería el dictador más recordado de la historia, de seguro vamos, en fin, así están las cosas...
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