sábado, 25 de septiembre de 2010

Improvisación

Autopista hacia el infierno, autopista de tus labios, que baja por la garganta del tirante roído de aquella vieja camiseta de secuelas de un amor en remolino en aquel sofá naranja de funda roja y espirales blancas que siempre acaban devolviéndonos a aquel hediondo bar con sabor a humo y cerveza caliente derramada en un cenicero bailando al son de dos palos de billar solitarios bajo la luna de La Solana.
Como quien no quiere la cosa me sonríe mirando para otro lado y no es dueña de sí misma, pues una lágrima se le escapa por debajo de las gafas de sol y ésta me grita y me dice cabrón, que a dónde coño voy, que no quiere volver a pasar frio por la noche, que no...
Aún saboreo el polvillo de las trufas, la ternura de sus labios, el ponche cocacola, aún estoy con el jardinero víendo cómo ella se duerme a nuestro lado, cómo bosteza la cabrona, qué gracia me hace, qué bien me place.
Y otra noche de nostalgias y memorias de África que acompañan a un bals de dedos sobre su espalda, sentimientos nunca olvidados, recuerdos que perduran...
Y ahora que la miro, joder...

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