miércoles, 14 de julio de 2010

Soledad

Soledad absurda que te burlas de mí, soledad maldita que me acompañas cada noche, soledad efímera cuando elucubro, finita cuando bebo, cuando recuerdo, muerta cuando sonrío.
pletórico de esperanza, ¿y por qué no? Todo sea por el goce y el honor al hedonismo bendito de cuerpo y alma, a la vista y a la espera de algo mejor siendo esto ya lo bueno de un tiempo de espera pasado, no quiero cambiar nada salvo el sofocante sopor calenturiento que me abraza en mi cuarto, y que no se quiere ir el cabrón.
Cuando tus únicos interlocutores son una foto en la pared, un osito y una flor; los recuerdos se tornan de una merecida importancia, pero más que ellos la certeza de saber que lo que en ellos produce esa sensación de bienestar, no tardará en volver a manifestarse en vivo y en directo muy pronto.
A veces me gustaría dejarme caer como una pluma por la ventana y mecerme al son de estas oxidadas guitarras hasta aquel lugar. El verano en Conil, joder… el verano en Granada, a ver…
En fin, estas son las cosas de mi vida y, aunque carezco de algunas que ansío, como ya he dicho, la certeza de “algo” y el hecho de estar haciendo lo que quiero me proporcionan la felicidad con la que duermo abrazado cada noche, aparte de este calor tan hijo de la gran puta.
Y como dicen los sabios, “pa la sequía, cerveza fría”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario