domingo, 28 de marzo de 2010

Tralarí, tralará...

Cuestiones morales que nada tienen que ver con los acervos sociales sino más bien con mi propia persona, con esa batalla interna entre ello y superyó, decisiones, calibraciones de actos, pensar, repensar y sopesar... Con respecto a todo en general, dinero, salud, presente y disfrute, futuro y responsabilidad... ¿Hago esto ahora y gozo o me reservo las nueces para el invierno?
Al final, decida lo que decida sé que bien decidido estará, y no hablo yo, sino mi experiencia vital en base a mi autoconocimiento, por supuesto que me gustaría cerrar los ojos y dejarme llevar por los instintos, pero un poco de ojo paternalista sobre uno mismo que imparta ciertas dósis de responsabilidad nunca viene mal, ese ojo crítico y previsor.
Lo cierto es que estoy atravesando la mejor etapa de mi vida, y no es que las anteriores hayan sido malas, sino que esta reúne todo lo anterior más un extra, un sabroso y sentimentaloide aditivo...
No me quejo para nada de mi vida y estoy muy contento, solo que a veces me invaden ciertos sentimientos contradictorios (referentes al polémico y convergente tema, hedonismo vs. responsabilidad/economía), son muchas cosas, la incertidumbre sobre el grosor de mi cartera, sobre la posibilidad de conseguir beca o no, qué haré en verano, ¿tendré que estudiar?
Aunque ahora que lo pienso, todas esas preocupaciones se mueven dentro del ámbito de lo posible y lo posible se mueve dentro del ámbito de lo que puede ser que a su vez no se sale del ámbito de lo que es, es decir, que no hay de qué preocuparse pues de alguna manera u otra sé que todos esos pequeños detalles que me preocupan tienen solución y no sólo eso, les daré solución. Ahora que lo pienso, no está mal, nada mal...
Haciendo un breve barrido así por encima puedo decir que no podría estar mejor, tengo familia y amigos que me quieren, tengo un amor como jamás pensé que llegaría a sentir, estoy muy contento con mi carrera y las espectativas a corto plazo (económicamente hablando) no son nada desaforavles, a decir verdad, ahora que lo pienso, no hay nada de qué preocuparse, pues sé que pase lo que pase sabré actuar en consideración y con acierto.
Creo que como el vino que va alejándose por mi garganta hacia abajo, esa pequeña nube de paranoia se aleja de mi mente una vez llovida de necesidad, necesidad de descargar esto que acabo de comentar.
Sin más pretensiones que la de desahogarme, espero que no sólo no hayáis entendido nada sino que os haya resultado incómodo e ininteligible (es lo que pasa cuando escribe D. Simón).

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