Ayer...

Se me queda muy lejos el tiempo en el que salía con los colegas en el pueblo, cuando ibamos a nuestro tugurio en el que no cabía mucha gente y enseguida se llenaba de humo, el calor se hacía casi insoportable y la música hacía complicada cualquier conversación; cuando empezamos a salir hará ahora unos cinco o seis años aproximadamente y nos ibamos a hacer botellón, recuerdo que al principio comprábamos por comprar, lo que fuera, con el tiempo nos pasamos a las litronas y el ron, nuestro inseparable pampero que tras escurrir bien el gollete nos batíamos en retirada hacia los bares, allí donde el rock y el punk ensordecían, donde el olor a porro era profundo y en el váter había unos extraños trozos de bolsas de plástico redondeadas.
Aunque ahora pueda salir aquí e ir a sitios similares, no es lo mismo, cuando uno empieza a moverse por ciertos ambientes, con sus colegas del colegio y con nuevos colegas a los que se va conociendo, cuando uno ha escuchado a la Polla Records y cree haberlo oído todo en cuanto a revelión, aquella época en la que uno se autoproclamaba anarquista sin saber siquiera lo que estaba diciendo, el tiempo de las camisetas roñosas y las interminables filas de cruzcampos en la barra... ¡Qué tiempos aquellos!
La verdad es que no está mal esto de ponerse a recordar tiempos gloriosos, además me gusta ver la evolución que he sufrido y comparar cómo era entonces y cómo soy ahora, las cosas en las que ha cambiado mi vida, por ejemplo cosas que antes daba por sentado y ahora pienso lo opuesto...
Muy buenos recuerdos me vienen a la cabeza de cuando vivía en el pueblo todo el año y hacíamos una aventura de cada monótono día, lo que más echo de menos es estar con todos mis amigos, sin embargo sé que cuando vuelva volveremos a revivir aquellos gloriosos días. Supongo que al final con el tiempo uno acaba haciendo su familia de sus amigos, por eso los siento como tal y, como tal los echo de menos...