viernes, 26 de marzo de 2010

La hora bruja

Siento una gran tranquilidad invasora, una paz que se venía advirtiendo ya de lejos, ahora disfruto las consecuencias de aquellas sonrisas...
Lo que a primera vista pudiera parecer descuidado, no es más que el vestigio de una serenidad causada por la certeza de un sentimiento tan fuerte que es capaz de revolucionar corazones dormidos y caras caídas...
Sigo siendo el mismo de hace unos meses a pesar de haber cambiado, las en apariencia incongruencias, no son más que detalles que se desprenden de esos matices que han cambiado para mejor dentro de mi inalterado ser. Cuando una persona deja de mostrar la efusividad de tiempos pretéritos no tiene por qué deberse a la pérdida de sus motivaciones, sino más bien a todo lo contrario, a la completa certeza de que lo que un día provocaba clamavientos, hoy está tan asumido que se ha normalizado, se ha convertido en parte íntegra de uno mismo. Ya no me hace falta preguntarte, me basta con mirarte, con recordarte...
La hora bruja nunca se perdió, sigue estando ahí en una forma sutíl y melosa, como tus labios cuando me atracan...
Hace seis meses nací de nuevo, hace once meses no sabía con quién estaba hablando, hace cuatro días mi alma resoplaba angustiosa y mi corazón palpitaba desconsolado al verte partir...
La horita bruja no son las doce, son veinticuatro mi amor...

1 comentario:

  1. Joder que bonita forma de expresar, me gusta, me gusta mucho. Gracias por entrar en mi espacio y hacerte seguidor. Seguire leyendote y saboreando cada palabra que como he podido comprobar llegan al paladar para colmarlo de mil sabores distintos.

    ResponderEliminar