miércoles, 24 de junio de 2009

Desolado paisaje

Cuando las ventanas se quedan entreabiertas dejando pasar la anaranjada tenue añoranza de la tarde.
Grandes portales ajardinados con verdes vivos y rojos fulgurantes que llaman a nuestra cabeza como en un intento de no morir en el olvido, aquellos días de juventud y arroz con sol y casera.
Podemos recapacitar y ver errores donde los hubo y asentir sabios de escarmiento.
Algunas cosas parecen sonarnos tanto como las viejas canciones y las tardes de café y manteles a cuadros sumidos en una ininteligible conversación envuelta en humos.
Y queremos esforzarnos por vislumbrar un amanecer entre unas sábanas blancas mirando por la ventana al campo empapado de rocío y palabras volando como gorriones.
Y volveremos también a las mojadas calles de adoquines pulidos a reunirnos bajo una luz amarilla haciendo vistas atrás, cuando hacía mucho tiempo, hablábamos de lo mismo.

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