domingo, 15 de abril de 2012

La vida que llevamos

Es difícil plantearse llevar una vida realmente sana en las ciudades en las que solemos vivir, donde continuamente estamos respirando metales pesados, carbonos y otras sustancias muy peligrosas, aparte de estar sometidos casi constantemente y como si de una condena se tratase, a un ruido como poco infernal; si entramos más de lleno y en lo que es más importante en este asunto, tenemos que echar un vistazo a nuestras neveras y despensas, porque lo que comemos no proviene precisamente, en la mayoría de los casos, de una huerta en la que no se haya usado algún tipo de producto químico para alejar a los insectos; o de una estancia donde los pollos viven acinados en jaulas que no les permiten más que el movimiento de la cabeza de arriba a abajo para comer y donde son atiborrados de antibióticos a través del pienso y una vez muertos son sumergidos en baños calientes de cloro.
A partir de buscar información en internet, leer en páginas, blogs y ver unos cuantos vídeos y documentales; sumado a mi preocupación por el entorno en el que vivo (Granada es una de las ciudades con mayores niveles de concentración de polución en el ambiente, debido a su peculiaridad geográfica sita entre montañas, donde apenas circula el aire), he decidido dar un cambio positivo a mi estilo de vida, por lo pronto es muy rara la vez que compro carne envasada, cuando veo en el supermercado a las madres comprando paquetes y paquetes de salchichas, siempre me viene a la cabeza un vídeo sobre cómo las fabrican, que no deja impasible a nadie; procuro consumir sólo lo que mi cuerpo necesita, es decir, mucha fruta y verdura (crudas o al vapor, para adquirir el mayor porcentaje de vitaminas y minerales, que degrada la cocción), zumos naturales en ayunas, por ejemplo mezclo 2 naranjas, 1 limón y 1 pomelo, esto es una bomba de vitamina C, antioxidantes y además fortalece muchísimo el sistema inmunológico y favorece la absorción del hierro contenido en las verduras, que es de más difícil absorción que el contenido en la carne. El ajo es el antibiótico natural por excelencia y yo lo consumo desde hace años de una manera bastante simple y rica, una tostada por la mañana después del zumo con un par de dientes de ajo bien picados y un poco de aceite, también se puede restregar. El pescado no me gusta por desgracia, pero consumo bastante atún en conserva que tiene muchas vitaminas y mucho ácido graso omega 3, imprescindible para las neuronas y el corazón.
En definitiva, intento llevar una vida lo más saludable posible, obviamente también combino la alimentación con bastante ejercicio físico, la verdad es que al principio cuesta porque el cuerpo no está acostumbrado, pero una vez le coges el ritmo en cuestión de un par de semanas, ya es como una droga que no puedes dejar, si un día no salgo a correr me siento eufórico, cargado de energía que necesito gastar, ansioso... Y el placer que siento después, la tranquilidad somera en la que se queda el cuerpo... mejor que lo probéis.
Y si realmente queréis ir un poco más allá, si bebéis, fumáis o consumís algún tipo de droga aunque sea esporádicamente, creo que vuestro cuerpo, y por ende vuestra vida, se merece un momento de recapitulación, recapacitación y sopesamiento; porque ya no se trata de vivir más, sino bastante mejor.

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