jueves, 21 de abril de 2011

Jacaranda 2011, lo bueno jamás muere

La última frontera no es ningún obstáculo insalvable, los límites de nuestras acciones están únicamente supeditados al fragor de nuestro corazón, mientras las últimas hojas caen al atardecer de los tiempos alguien descansa plácidamente a la sombra del último árbol. Los guijarros de aquella lejana playa en la que un día dormíamos al sol ahora son mecidos con gracia por las olas en la orilla de nuestros recuerdos, en la estratosfera de nuestra imaginación. Podemos ya con seguridad abrir los ojos y despertar de ese placentero sueño aparentemente eterno, ese sueño que nos embriagaba de madrugada y nos ponía cada noche la miel en los labios; al despertar hemos saboreado la miel una vez más, porque cuando nos quedamos dormidos, simplemente fue eso, un sueño más. Y una última vez disfrutaremos como animales gozosos en aquella pequeña habitación encalada del calor de la amistad y el gustirrinín del ron y el tequila, para luego volver a abrazar esa adoquinada callejuela de nuestro hogar...

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